Cocinar con los hijos es una excelente práctica, que va más allá de divertirse y comer algo rico.
Desde que mis hijos eran pequeños, hemos cocinado juntos,
aunque no tanto como me gustaría, ya que a veces es difícil encontrar el
tiempo. Sucede que me encanta cocinar, pero cocinar cosas ricas, porque me trae
lindos recuerdos de mi infancia cuando cocinaba algo con mi abuela y me da una
sensación de calidez parecida a la de la Navidad.
Hace unos días cocinamos un kuchen de feijoas con mi hijo de 8 años, durante sus horas de Homeschooling, y mientras lo
preparábamos me fui percatando de todos los beneficios que conlleva este arte
para el desarrollo de los niños:
Beneficio N° 1: Trabajar con las medidas de los ingredientes
de la receta favorece el aprendizaje
lógico-matemático, ayudando a comprender desde una práctica significativa las nociones de números enteros y
fracciones. Si dejas que ellos midan los
ingredientes en vez de pasarle las cantidades justas a utilizar en la receta,
estarás permitiendo que ellos desarrollen y practiquen estas habilidades.
Incluso si quieres potenciar este aprendizaje puedes intencionarlo, agregando
preguntas, por ejemplo, cuando servimos el kuchen
le preguntaba a mi hijo: ¿A cuánto equivale este trozo con respecto al
total del kuchen? Mientras iba partiendo el kuchen en 2, 4, 8 y 12 partes
iguales.
Beneficio N°2: Además de ser entretenido para los niños,
cocinar es una instancia donde pueden trabajar
y reforzar su atención ejecutiva, tan olvidada en la era
tecnológica en que vivimos. Al estar rodeados de videojuegos, celulares,
computadores y televisores, los niños no desarrollan dicha atención tan
valiosa, sólo el foco atencional.
Beneficio N°3: Desarrolla
la paciencia y la buena convivencia, especialmente si tienes más de un
pequeño cocinero, porque deben trabajar por turnos y ayudar al otro en su
trabajo.
Beneficio N°4: Cocinar permite
desarrollar destrezas físicas (trabajar amasando con las manos,
revolviendo, vertiendo, sirviendo líquidos, cerniendo, quebrando huevos, etc.),
muchos de los movimientos que se ejecutan al cocinar, son de elevada precisión
y pocas veces se practican en otras circunstancias fuera de la cocina.
Beneficio N°5: Desde
el punto de vista de la Integración Sensorial, cocinar es un buen ejercicio.
Tomar la masa, la harina, y los demás ingredientes, permite a los niños
trabajar con distintas texturas. Mientras que amasar, cortar con moldes y uslerear,
trabajan con el sistema propioceptivo ayudando a modular conductas inquietas y
desorganizadas de los niños.
Beneficio N°6: Aprender a preparar sus propias comidas brinda mayor autonomía a los niños,
favorece el desarrollo de su autoeficacia. Aprenden a desenvolverse mejor
en la cocina, que es un aprendizaje adaptativo para la vida adulta (¿han visto
adultos que no saben cocinar? Me ha tocado verlo más de una vez).
Beneficio N°7: Refuerza
el vínculo familiar, cocinar juntos genera hermosos recuerdos que ellos
nunca olvidarán.
Beneficio N°8: En un
nivel psicológico, cocinar permite a los niños manipular la realidad y
sentir que son capaces de transformarla en algo hermoso y rico para comer. La
cocina, al igual que la música, se constituye casi como un acto mágico que permite transformar la realidad que a veces
parece tan independiente y ajena a nuestros actos, empoderándonos en la creación de una realidad
maravillosa.
Quizá de ahí viene esa sensación de calidez mágica parecida a la Navidad que me regala el arte culinario, ¿No les ha pasado? Compártanla con sus hijos, y aprovechen esos días fríos para prender el horno y compartir mucho más que algo rico para comer con ellos.