lunes, 17 de octubre de 2016

Homeschooling v/s Escuela: ¡Más Horas de Juego!



¿Debe pasar un niño cerca del 70% de su día estudiando? Incluso para niños de 3 años de edad algunos colegios tienen Jornada Escolar Completa, no quedándoles tiempo suficiente para jugar, pensar libremente ni siquiera para “estar en la luna” a nuestros niños.

Hace algunos días me preguntaron cómo lo hacía para educar a mi hijo en la casa, y no se imaginan la cara de asombro que pusieron cuando expliqué que sólo hacíamos 2 horas de clases al día todos los días; acto seguido surgió la pregunta ¡¿qué hacen los niños tantas horas en el colegio?! 

La Escuela y la Falta de Tiempo Libre

 

Si nos ponemos a sacar la cuenta, acá en Chile, los niños generalmente asisten 8 horas diarias al colegio, por lo que deben levantarse a más tardar a las 7 de la mañana, y dormirse a las 9 de la noche, de manera de dormir las horas necesarias para un desarrollo adecuado; quedándoles en el mejor de los casos alrededor de 3 horas de tiempo de juego, cuando no tienen que hacer tareas o estudiar.
Nosotros tuvimos la suerte (o quizá la mala suerte) de ver cómo es mandar a nuestro hijo a un colegio y poder compararlo con la experiencia de Homeschooling. Cuando iba al colegio salía a las 4 de la tarde, y tras 2 meses manteniendo ese ritmo, nuestro hijo se veía muy desgastado, triste y sin motivación por aprender, lo cual es muy raro en él, ya que todo lo que sea aprendizaje lo motiva. Está demás decir que ahora, haciendo Homeschooling en la casa, está feliz.

Tiempo de Juego: el Tesoro Perdido de la Felicidad y del Desarrollo Saludable


Pero más allá de la felicidad de los niños que aún tienen tiempo libre, debemos pensar en lo que ellos necesitan para su desarrollo saludable, y esto es “más oportunidades de juego activo”, especialmente al aire libre (Pooja S. Tandon, Brian E. Saelens, Dimitri A. Christakis), según un estudio publicado en la revista Pediatrics  de la American Academy of Pediatrics. 

La importancia del juego radica, entre otras cosas, en el desarrollo de habilidades sociales, morales, cognitivas e incluso terapéuticas para los niños, y los científicos continúan investigando sus numerosos beneficios, pero lamentablemente también han descubierto la pérdida de espacios de juego para los niños, tanto en los establecimientos educacionales como en los hogares.

Tanto es así, que investigadores como Dorothy G. Singer, Sharna Olfman y Jane M. Healy, ya en el año 2003 anunciaban una crisis de la Educación Pre-escolar, en la que se le da mucho énfasis a la tecnología, en desmedro del juego.

Y esta situación se extiende también al hogar, donde queda poco tiempo libre para los niños. De hecho las cifras son alarmantes; según el Psicólogo D. Elkind, citado en un artículo de la American Psychological Association, “los niños hoy en día tienen 8 horas semanales menos de tiempo de juego libre y sin estructurar, de lo que tenían hace 20 años atrás”.


Queda claro que hay una falta de tiempo de juego en los niños y es difícil establecer las consecuencias de esta situación,  pero creo que a todos nos debiera preocupar la drástica disminución o la ausencia de esta forma natural de relacionarse los niños con su entorno. Una posible solución a este problema es que las escuelas y jardines infantiles cambien sus metodologías integrando el juego como medio para el aprendizaje y no como un obstáculo para éste. Por mientras una buena opción educativa para nuestros hijos es realizar Homeschooling donde podrán acotar las horas de estudio y tener más tiempo para este tan preciado tesoro que es el juego.




lunes, 3 de octubre de 2016

TDAH ¿Un Trastorno que no Existe? (Parte 2)



Recogiendo las ideas de los detractores del TDAH revisadas en la Parte 1, y respondiendo a la elevada prevalencia de este trastorno, nos podríamos preguntar: ¿hay de por medio intereses económicos de las Empresas Farmacéuticas y/o un ánimo de patologizar la normalidad?

Un excelente artículo de investigación de Francisco Balbuena Rivera, profundiza en las posibles causas de la elevada prevalencia de este Trastorno. Sin embargo, y más allá de establecer las causas de la elevada prevalencia, creo importante volver a la definición misma de TDAH, y cuestionarla desde adentro en esta Segunda Parte.  



TDAH ¿un síntoma de algo más? Diagnóstico diferencial

 

Llama la atención que en el manual DSM-IV-TR (desconozco si hay cambios en la versión DSM-V), se indica que debe distinguirse el Trastorno de Déficit Atencional de una sintomatología de desatención cuando hay “ambientes académicamente poco estimulantes”,  o cuando hay comportamientos de “niños pertenecientes a ambientes inadecuados, desorganizados o caóticos” (pg 104), entre otras. Entonces surgen las preguntas: ¿No son los establecimientos educacionales ambientes académicamente poco estimulantes para los niños de hoy en día?, ¿Acaso no vivimos en una sociedad que se ha vuelto desorganizada y caótica?
Si la respuesta a estas preguntas fuera afirmativa, entonces difícilmente se podría diagnosticar el TDAH, ya que según el mismo DSM estas condiciones de educación y de vida estarían causando los síntomas de desatención y no un trastorno propio de cada niño.

Personalmente, pienso en la desatención y la hiperactividad como síntomas de algo más y no como un trastorno; síntomas gatillados por: niños cada vez más inteligentes; establecimientos educacionales que no han cambiado de fondo, sólo de forma; sobreexposición a pantallas; bombardeo de estímulos; velocidad de la vida cotidiana; y sedentarismo.

Hay quienes podrían refutar lo anterior y defender al TDAH citando investigaciones, como la siguiente:   “Hay estudios de imágenes médicas que sugieren que el cerebro de los niños con ADHD es diferente de aquéllos que no lo tienen” (U.S. Department of Health & Human Services). Pero, retomando la idea anterior, vale la pena preguntarse si es realmente un cerebro distinto o si el funcionar de éste es sólo un reflejo de las prácticas (como el exceso de pantallas, la velocidad de la vida, el nivel de inteligencia, etc.) que podrían estar determinándolo de cierta manera.


Más allá del Panorama Pesimista, Buscando Soluciones

Exista o no el TDAH, hay algo que juega a nuestro favor. En la actualidad se conoce mucho más acerca del cerebro, siendo un gran descubrimiento su plasticidad. Esta característica nos permite, entre otras cosas, mejorar nuestra capacidad de atención-concentración, mediante entrenamiento atencional, y un cambio en nuestras costumbres poco saludables en términos de consumo de tecnología.
Además, podríamos incrementar la actividad física y el tiempo de juego diario de los niños, y así quizá -al contrarrestar el sedentarismo- podríamos disminuir el síntoma de hiperactividad.