Casi nadie cuestiona la socialización que se genera en la Escuela, damos por sentado que es normal ir a la Escuela, porque es lo que todos hacen y no nos detenemos a pensar si lo que allí sucede está bien o no. A continuación, iluminaremos ese lado oculto de la socialización escolar.
No cabe duda que los compañeros de curso pueden aprender
muchas cosas positivas a través de la relación con sus pares, pero queremos
enfatizar que éstos también pueden influenciar negativamente en los demás niños.
¿Cómo sucede esto?
En primer lugar, los niños pueden reforzar los prejuicios de sus pares, y como consecuencia
mostrar una actitud desfavorable hacia las personas extrañas a su grupo
(Papalia, 2010). Esto no deja de ser importante en la medida que resulte dañada
la autoestima de otros niños. En este sentido, algunos estudios concluyen que los niños al
ser víctimas de discriminación por parte de sus pares, tienden a mostrar
“síntomas de depresión o problemas de conducta en los siguientes 5 años” (Brody
et al., 2006; en Papalia, 2010).
En segundo lugar, los compañeros pueden fomentar tendencias antisociales en sus pares; ya que éstos –en general-
ceden a la presión del grupo. Para ejemplificar lo anterior, y citando a Hartup
(1992), suele ser en compañía de los
pares que algunos niños roban en las tiendas y empiezan a consumir drogas (en
Papalia, 2010).
Por otro lado, en el año 1979, Edward
Wynne -Profesor Adjunto del Instituto de Educación de la Universidad de
Illinois- ya había descubierto y descrito falencias
de la socialización en la educación escolarizada (en Association for
Supervision and Curriculum Development), argumentando que- en general- las Escuelas no preparan a los jóvenes para
una adultez responsable. Revisemos esas
4 falencias:
1. Los
grupos de estudiantes en las Escuelas tienen la misma edad y casi siempre las
mismas habilidades, mientras que de adultos debemos enfrentarnos a gente de
diversas edades y habilidades.
2. En las
Escuelas, los jóvenes están rodeados de otras personas, pero las relaciones entre
ellas son limitadas y transitorias, pudiendo ser comparadas con las de un viaje
en bus, según Wynne. De esta manera, no se prepara a los niños para las relaciones
más intensas y significativas que tendrán que enfrentar en la adultez.
3. Los
estudiantes de las escuelas no son preparados para dar o sacrificar algo en pro
de la Escuela o de los demás estudiantes, actitudes requeridas en la familia,
comunidad y lugar de trabajo.
4. Tampoco
se les entrega poder o responsabilidad sobre otros, habilidades necesarias en
la paternidad y el trabajo.
Finalmente, quiero iluminar otro problema respecto de la socialización entre pares en la Escuela,
que es la mediación de sus conductas o
la falta de ésta. Es muy importante practicar la mediación de las conductas
en la socialización entre pares, esto hace posible que el aprendizaje de
valores morales sea significativo, y no sólo enseñado como una materia de
clases que olvidarán al cerrar sus cuadernos. Si bien las escuelas son una
instancia innegable de socialización, ya que los pares se encuentran juntos, es
muy difícil mediar sus conductas,
tanto en las clases porque son –por lo general- más de veinte estudiantes, como
en los recreos, ya que además de ser numerosos los estudiantes, no es posible
observar todo lo que sucede y a veces en vez de generarse valores positivos a
través de las experiencias sin mediar, se aprenden anti-valores. Si a las
dificultades anteriores, sumamos los intereses exitistas de la mayoría de las
Establecimientos Educacionales prestigiosos, por lograr buenos resultados en
las mediciones de rendimiento del Gobierno, la educación social de los niños queda
aún más desatendida.
Podríamos seguir revisando mucho material disponible en
internet acerca del lado oculto de la socialización en la Escuela, pero no
necesitamos más para preguntarnos ¿Creen que sus hijos socializarían mejor con
sus pares en la Escuela que realizando Homeschooling?
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